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viernes, noviembre 16, 2007

Epocas de agradecimiento

A todos aquellos que estuvieron:

A

veces en la vida ocurren cosas que marcan hasta un diamante, las cosas mas frágiles de tornan mas duras, se cubren de un cascaron que protege el interior mas profundo. Cicatrices de una guerra, una guerra que nadie la provoco, donde todos los soldados formaban parte de un bando solo, donde ninguno deserto, donde pudieron decir victoria. Estoy escribiendo esto en memoria de todas las personas que estuvieron en ese momento, en esa batalla, vestidos de blanco la gran mayoría, con armas afiladas con finas puntas, armas biológicas, después estaban los vestidos de colores, llenos de chocolates, silvapenes y juguetes, otra parte del ejercito con crucifijos, virgencitas y santos. Si nombrara a cada uno por su nombre no me alcanzarían las hojas ni los lápices para escribir. Las estrategias usadas para poder vencer al enemigo fueron infinitas, aun no se sabe con certeza cual de todas las estrategias exactamente fue la eficaz, o cual fue la combinación, si fueron esas gotas de Buenos Aires, si fue aquella agua de México, si fue esa comida rica que me preparaban, si fue ese Dios internacional, quizá todas esas estampitas que tenia guardadas, o mi oso de peluche…

El batallón dirigido por 3 grandes estrategas, que se sentaban a charlar y discutir, ponían todos los procedimientos posibles sobre la mesa, con los resultados recogidos, mapas, fotografías. Un gran estratega aquel señor mayor, vestido de blanco con su túnica desprendida, con su cabeza calva, sus lentes y su silla verde que no paraba de girar, desde su oficina ponía sobre la mesa todas las posibilidades de ataque posibles, en aquel escritorio de metal, recubierto de papel de estraza, esa oficina antigua, donde esperábamos horas para poder ingresar. Hombre serio, siempre con cosquillas guardadas, e imposición de respeto. El segundo estratega, hombre de 5ta década, con su cabellera ubicada únicamente a los costados, conocía el campo de batalla desde sus comienzos, conocía todos los rincones, el clima, el suelo, sus afluentes, sus secretos, sus reacciones, también conocía al dueño de dicho campo, a ese terrateniente que justamente es el tercer estratega que encabezaba los movimientos bélicos. No porque nombre a este tercer estratega en ultimo lugar deja de ser el mas importante, pero los otros dos eran los que tenían su titulo, su habitación, este ultimo solo podía acatar ordenes, ponerse en contra, o exigir nuevas tácticas. Estratega desde el amor, desde los mimos, esa mano inconfundible entre tantas, esa mano que soporto a los dientes mas pequeños pero filosos a la vez, esa voz gruesa que por mas bajito que hablara era captada, ese humor que mas de uno respetaba, esos ojos grandes y miraban intimidando y procurando que las decisiones tomadas fueran llevadas a cabo tal como fueron planteadas. Esa upa grande, donde se podía dormir placidamente, era la cama más cómoda y abrigada.

Después estaba el batallón, era enorme, algunos ni siquiera se podían ver, pero sus mentes estaban ocupadas en dar las fuerzas necesarias. Formados por varios círculos dependiendo su escalafón, en el primer circulo estaban aquellos q no tenían armas, no tenían nada punzante, ningún arma química solo amor, compañía y te medicinales, eran los que trataban de que la situación no fuera siempre de color gris, dibujaban arco iris en el cielo, eran esas personas vestidas de colores, llenos de regalos, de pequeños pony y barbies, de dibujitos y cartas, de comidas ricas, de películas prestadas, de cuentos y canciones. Eran ellos los encargados de mantener el buen humor en el campo, de plantar flores, y colgar globos, de armar los bailes, de protegerlo de las grandes lluvias, del sol, de los fríos, se encargaban de armar la quintita para poder sacar los mejores frutos.

En el segundo circulo estaban aquellas personas, esos si…todos de blanco la gran mayoría, solo unos pocos vestidos de verde o de lila pastel, algunos con gorras blancas, otros con tapabocas, algunos con zapatones de papel y largas túnicas. Eran los que llevaban las armas a la vista, aparatos de tecnología, para escuchar los fluidos bajo tierra del campito aquel, grandes armas punzantes para penetrar ese suelo y fertilizarlo, para poder darle una mejor tierra donde plantar aquellas flores y quintas. Enormes cámaras fotográficas para aquellos estudios que tomaban mucho tiempo, cámaras parecidas a túneles, donde todo estaba quieto, y esa luz que pasaba de verde a roja, y de esa forma saber cuando estar listo para tomar la foto. Habían dos personas en este último círculo que eran como las preferidas, enfermeras de cabecera, eran las que tenían un poco mas de conocimiento y sobre todo mas sentimiento. Una persona de cabello rubio con rulos, la otra de cabello negro negro y cabello lacio, eran como madres, cumpliendo pedidos de una niña mañosa, con regalos, historias, visitas en aquellas salas de colores, de cortinas blancas, de camas robóticas y soportando malos tratos, pero también recibiendo cariño. Eran preferidas sobre las demás personas, por su paciencia, perseverancia, por su calido trato, por la simple compañía. El resto de las personas vestidas de blanco, siempre como hormigas, algunas pasaban rápido, visitas fugaces, otras solo hacían chistes y dibujos para mantener el buen humor, algunas no se veían, porque trabajaban en un lugar a aparte, ese lugar donde había mucho calor y grandes cantidades de comida, aquellas que hacían la leche chocolatada y la merienda a pedido especial.

Hoy por hoy la batalla fue ganada, salimos victoriosos, con secuelas como en toda guerra, con algunas bajas, pero un gran trofeo: La Vida.

A todas esas personas que estuvieron física, emocional y espiritualmente Simplemente Gracias!

Shisela Mier, 2007.